Irlanda, el PIB y los pollos

Desde hace mucho la estadística y los pollos están muy relacionados, especialmente porque si tú te comes un pollo y yo ninguno, la media aritmética nos dirá que cada uno nos hemos comido medio pollo, lo que es totalmente falso porque, mientras que a ti te chorrea de aceite la barbilla, a mí se me secan las papilas gustativas. Algo parecido a lo que ocurre con el PIB (producto interior bruto) de los miembros de la Unión Europea (UE) con relación a Irlanda. Porque, de momento, no es lo mismo donde se produzcan los bienes o se presten los servicios. Y gracias a las ventajas fiscales concedidas por Irlanda, los servicios ofrecidos por ciertas multinacionales resultan tratados muy ventajosamente en ese país y por eso se trasladan hasta allí.

Irlanda es un pequeño país, profundamente católico, pero muy dotado del pragmatismo que caracteriza a los países anglosajones y, por ello, alejado de cualquier sentido solidario con otros, aunque esos otros sean sus socios del club europeo. Sus exportaciones de bienes y servicios suponen el 120% de su PIB, las importaciones alcanzan el 88% del PIB, todo ello significa que es un país volcado al exterior y muy dependiente de las operaciones que llevan a cabo en el exterior las empresas allí radicadas, que, no lo olvidemos, lo están por eso que se ha llamado competencia fiscal desleal. Según nos dicen las estadísticas (llegan los pollos) el PIB per cápita de Irlanda es el segundo mayor de la UE con 56.300 euros por persona y año, solo superada por Luxemburgo. ¿Cómo se llega hasta aquí?

Irlanda es un pequeño país de unos 70.000 km2 y algo más de 4,5 millones de habitantes (según el censo de 2011) que ingresó en la Comunidad Económica Europea en 1973, al tiempo que Dinamarca y su antiguo colono el Reino Unido. Desde un primer momento, sintiéndose liberado del control británico y dados sus lazos con los Estados Unidos lleva a cabo una política agresiva para atraer inversión extranjera e inicia una política de reducción paulatina del impuesto sobre sociedades, bajando del 24% nominal en 2000 al 12,5% nominal en el 2017. Aunque no es cierto que España pasase en ese periodo del 35% al 25%, pues el 35% solo era para las empresas relacionadas con el petróleo, la diferencia entre tipos nominales se hace abismal y a España, como a muchos otros países de la UE, le perjudica gravemente por la deslocalización de la actividad y de la tributación.

La llegada de empresas a Irlanda como consecuencia de esta política fiscal se traduce en las estadísticas con un crecimiento imparable de su PIB, como podéis ver en este artículo. Artículo en el que se da cuenta del supuesto aumento del PIB en Irlanda del 26,3% en 2015 por la llegada de empresas (vuelven los pollos). Esta política fiscal está sostenida en que las decisiones de armonización fiscal en la UE deben adoptarse por unanimidad y a algunos (Irlanda y Bulgaria, entre otros) no les interesan armonizaciones o cambios en la situación actual. A pesar de ello existen intentos serios para alcanzar un acuerdo sobre una base imponible común en la UE.

Esta política del “que inventen otros, que ya vendrán aquí a residir” tiene poco recorrido y más pronto o más tarde esta suerte de actitud del pirateo terminará volviéndose en contra de su inventor, como ocurriera antes a lo largo de la historia con casos similares. La propuesta de gravar cierto tipo de negocios va en la línea de compensar esta competencia desleal entre miembros de la Unión. Pero no olvidemos que, como en casi todo en la vida, hay varias versiones de los hechos e Irlanda no es el único que juega con los pollos, hay varios adictos, lo que pasa es que todos ellos lo son en menor grado y de manera selectiva. Ahí está el caso Luxleaks o las ventajas que ofrece Holanda desde ciertos territorios o las prácticas del Reino Unido desde Gibraltar.

La aparición del Brexit, con los efectos sobre Irlanda, ha retrasado en el tiempo la adopción de medidas que ya hubieran acabado con esta práctica de Irlanda que, al tiempo que reduce el tipo del impuesto, impide un acuerdo común porque le deja sin ventajas artificiales. Pero cada día que pasa se hace más necesario acabar con esta práctica y dedicarse a crear.

Pedro Luis Egea
Autor:
Pedro Luis Egea
Pedro Luis Egea es activista de PES Madrid. Él mismo afirma que algunos aprecian su trabajo como asesor fiscal, otros como experto contable y asegura que hay quién tiene la osadía de decir que sabe algo de economía.
Este artículo es responsabilidad y opinión de su autor. Los comentarios de las personas visitantes son responsabilidad de las mismas.

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