Europa, en el dialogo internacional de los DDHH

Tristemente en una campaña política debemos asumir los errores que como europeos hemos ido cometiendo en la construcción de nuestra comunidad donde reservar nuestros derechos. El problema principal, es haber entendido que las barreras que permiten la libre circulación gracias al acuerdo de Schengen son las que debemos garantizar como límites a los derechos humanos que exigimos para nosotros mismos.

Si bien Europa no puede hacerse cargo con su maltrecha economía bipolar de hacer que otras más allá de su fronteras se cumplan con los Derechos Humanos, su forma de actuar, eurocéntrica, si ha provocado que no tengamos una exigencia máxima con aquellos que nos rodea o con aquellos con los que tenemos contacto entre civlilizaciones, no dando siempre el mejor ejemplo, con nuestro propio comportamiento.

En análisis sobre como hemos llegado hasta aquí (qué componen nuestros valores y qué influencias hemos tenido de otros pueblos) no siempre debemos basarnos en ser el centro único de las innovaciones sociales. Como bien describe Eric Wolf en su libro «Europa y los pueblos sin historia» gran parte de lo que somos, ha sido gracias al proceso de globalización que empezó hace siglos gracias a los encuentros entre culturas.

Así pues, si nuestra influencia en el mundo económica ha llevado a otros lugares a tener la actual situación inestable que tienen (gracias o por desgracia a los problemas que ocasionó el colonialismo) es hora de devolver a ese mundo en el que llevamos siglos en contacto, con nuestra mejor bandera, los Derechos Humanos. A partir de los años 80 Europa, a través de su puerto a América, España, consiguió influir en las democracias latinoamericanas (con altibajos) de una manera muy distinta a la influencia que tenía por ejemplo Estados Unidos. En el otro Eje, la caída del muro de Berlín y la incorporación de antiguos países  o la nueva política de fronteras, ha conseguido que también nuestra democracia influya en la convergencia de la «otra Europa»

El problema viene con los nuevos retos internacionales (nuevos porque nadie los ha solucionado todavía, porque llevan latentes décadas) a los que Europa no se atreve a plantear soluciones. Si bien hay problemas que tienen que ver con el crecimiento de la desigualdad en el mundo (la pobreza en África, las grandes migraciones, los refugiados de guerra etc) existen otros problemas económicos y de carácter postmaterialista (ver autores como Arjun Appadurai «La Modernidad desbordada») a los que nos enfrentamos con la crisis, los mercados internacionales, los conflictos energéticos, los cambios sociales globales, etc. Europa debe ser al menos una voz cualificada, y de momento vamos perdiendo ese protagonismo. Los emergentes (o ya emergidos, los BRIC)  ya no responden a nuestras antiguas alianzas, de los países MIST o MINT, no parece que no necesitarán de nosotros para su desarrollo y otras alianzas comerciales como Mercosur o ALBA ya tienen sus propios mercados internos suficientes para subsistir.

¿Qué nos diferencia? ¿Qué podemos aportar al resto del mundo haciendo que seamos competitivos social y económicamente?  Sin duda, una lucha en pro de los derechos humanos y estado de bienestar siendo ejemplos de una región donde se respeten y fomenten.  La triste noticia de lo sucedido en Ceuta, da una imagen lamentable de España en el extranjero y por extensión de Europa. No debemos olvidar que los pueblos de Europa también han tenido que migrar por situaciones distintas y como la acogida en otros países hizo que superásemos la situación.

Si desde Bruselas deben sancionar a España por lo sucedido, si hay que promover de manera global la ayuda al desarrollo en nuestras fronteras, si debemos de tener más relaciones comerciales con los países que vayan mostrándose a favor de los DDHH y siendo fuertes en la crítica a conflictos armados donde no se respeten, son los temas que me gustaría poner en el debate de la campaña Europea frente a la derecha, de la que ya sabemos sus respuestas. Otros temas, como los impuestos internacionales a las transacciones financieras, pueden ser la respuesta a la financiación de todos los primeros problemas.

Vienen años de cambios mundiales muy severos y Europa debe estar dispuesta a protagonizarlos,  de manera efectiva, ética, social y a poder ser, desde una postura socialdemócrata. Ese debe ser nuestro modelo.

Ángel Martínez Martínez

Autor:
Ángel Martínez Martínez

1981 Sanlúcar de Barrameda. Ingeniero Organización Industrial. Trabajo en el Control de Costes de proyectos petroquímicos desde 2005. En política, me gusta proponer y compartir iniciativas colectivas. Interesado en la socialdemocracia Europea.

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